miércoles, 27 de mayo de 2009

Nos visitan del Club De Observadores de Aves de La Plata

Fuente página del Club de Observadores de Aves de La Plata

El sábado 16 de marzo aproximadamente a las 9:30 hs. llegamos a la Reserva Hudson.
Era el principio de un día frío y ventoso. Se presentó Marcelo, el guía de la Reserva, con un telescopio y comenzamos el avistaje.

Nos marcó un árbol donde una pareja de horneros, como si fueran albañiles, estaban construyendo su nido con el pico lleno de barro.
En un poste divisamos un gavilán mixto, más tarde vimos que se trataba de dos adultos y un juvenil, que intentaban dar caza a algún pequeño roedor. En un tala cercano, una pareja de cortarramas, y volando un halconcito colorado, que nos sorprendió con sus gritos.

Salimos de la zona del museo rumbo al pastizal, donde se veían caranchos y cantidad de chimangos. Llegamos cerca de un arroyo donde nos llamó la atención unas siluetas que aterrizaron al margen de éste, fuimos a su búsqueda, los seguimos e identificamos como cachilo canela (primer registro en la reserva). Orgullosos, seguimos hasta un grupo de sufridos talas centenarios, que en su pasado se bancaron hasta asados al pie de su tronco, según contaba nuestro guía Marcelo.

Pasando unos pajonales donde había muchos rastros de cuises y de liebres, paramos en un lugar donde, en el arroyo y tras los juncos, nadaban tranquilamente una pareja de coscorobas y un macá pico grueso. Un poco más adelante y desde unos matorrales, salió corriendo delante nuestro una ágil liebre con sus orejas bien levantadas.

El viento soplaba cada vez más fuerte afectando hasta a las aves, donde un mismo cerco era compartido por distintas especies como hornero, pecho amarillo, pirincho, chimango y hasta un milano blanco, que con el telescopio apreciamos el contraste de sus ojos rubí con el blanco plumaje de este animal, dotado de una belleza inenarrable.

Mientras observábamos las diferencias de plumaje del milano blanco adulto y juvenil, aparece un paisano a caballo espantando cantidad enorme de aves que se reparaban del viento entre el pastizal, donde se destacó una pareja de pecho colorado.

Volvimos para comer algo y tomar unos mates con la ya famosa y aclamada torta que preparó Cristina, de la cual no quedó ni migas.

Luego el guía nos llevó al arboretum o parque botánico, donde nos describió características e historias de los distintos ejemplares, les nombro algunos: algarrobo blanco, kafén, tala, ombú, laurel criollo, canelón. En esta zona vimos tacuarita azul, tocaza, torcacita, calandrias, zorzales y un carpintero real.

Decidimos volver a las tierras bajas con destino a un humedal. En el pastizal se infiltraron vacas de los campos vecinos, entre ellas una bandada de estorninos con algunos tordos renegridos colados, picabuey en el lomo del ganado comiendo algún suculento ectoparásito, teros, y con telescopio vimos una cigueña junto a una garza mora apichonada, que tenía mas frío que nosotros, el viento era implacable.

Un montón de cotorras en el suelo comían, según deducción del guía, las semillas que quedaban en la bosta de las vacas (una exquisitez). Una cosa que me llamó la atención fué una cotorra con el plumaje típico verde salpicado de amarillo, Marcelo me explicó que puede ser que no haya contactos con otras bandadas para reproducirse provocando degeneración genética, ¿o sea que habría algún cotorro emulando al Monstruo de Amstetten?

Llegando al humedal constatamos que por la sequía se convirtió en un hilito de agua, el viento ya nos quería barrer, un carau al vernos intentó volar contra viento, pensé que se iba a herniar hasta que desistió y caminando se acomodo al lado de los juncos. Al viento se sumó el humo de una quema que inició un vecino, Walter y Rafa se adentraron entre los juncos donde vieron y fotografiaron a un aguatero, otro primer registro para la Reserva.

Al final, nos mandamos todos entre los juncos, totoras y barro donde en zonas te hundías. Ahí vimos patos, pollona negra, surirí amarillo y una pareja de federales, que salió volando.


Se hacía tarde y llamamos por celular al remis que nos llevó desde la ruta a la Reserva esa misma mañana, (y que nos costo bastante conseguir) obteniendo como respuesta que iban a ver si nos mandaban uno (¿?)

En ese momento se asientan en los juncos una bandada de varilleros ala amarilla y Walter detecta algunos que eran varilleros congo.

Emprendemos el regreso a la zona del museo, que a mitad de camino en las zona de las vacas, un toro totalmente sacado nos miraba, bramaba, raspaba y levantaba la tierra con su pata, no quisimos averiguar qué le pasaba y apresuramos el paso.

Al llegar fuimos al salón de usos múltiples, y tomamos unos mates con galletitas, mientras distendidos manteníamos una charla ecológica, hasta que María interrumpe y pregunta ¿Ese coche que esta ahí parado, no es el remis?

Rápidamente pusimos las cosas en la mochila y distribuidos entre el remis y el auto de Cristina, nos alcanzaron hasta la parada del TALP con destino a La Plata, lo cual fué toda una aventura aparte.

Al final contabilizamos 60 especies, con este grupo de gente maravillosa que tengo la suerte de conocer y a la espera de otras salidas, para seguir disfrutando de vivencias y anécdotas que quedaran en mi mente por siempre.

Comentario: Martin Arregui.
Fotos: Rafael Gonzalez






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