Adentrarse a través de la obra Allá lejos y tiempo atrás (El Acantilado, Barcelona, 2004) en el maravilloso mundo recreado por el naturalista y escritor argentino Guillermo Enrique Hudson (1841-1922) supone toda una experiencia para el viajero irredento que desecha las tarjetas postales. La obra del escritor nacido en Quilmes (hoy, la localidad Florencio Varela) es una excelente guía turística para conocer la tierra de la Pampa y los adoquines de Buenos Aires, dos universos fantásticos de Argentina.
Hudson vivió 81 años y dejó una obra formidable como naturalista y escritor en una época en la que no se hablaba de medio ambiente. Viajar de su mano significa recorrer rutas salvajes, vivificando todos nuestros sentidos y ampliando -como si, en lugar de un libro, se tratara de una poderosa lente de aumento- los detalles ínfimos y las raíces más profundas de ese otro mar verde que es la Pampa.
La visita a la Reserva Natural Guillermo Enrique Hudson, situada en Florencio Varela, a 23 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires, permite distinguir vestigios del pasado, como las especies de árboles y los pastizales autóctonos que poblaban la zona en tiempos del escritor. El rancho de Los 25 Ombúes es el mismo en el que nació Hudson: tres cuartos en hilera, con gruesas paredes de adobe. El paisaje también es idéntico, con dos arroyos llenos de peces y pajonales donde aparecen garzas y cigüeñas.
Allí pasó su infancia el naturalista, rodeado de un ámbito campestre de absoluta libertad. Recorrer el parque, con el libro entre las manos, permite percibir el aroma de la tierra mojada, tierra feliz que así celebraba el paso de esas voraces y estrepitosas tormentas de rayos, viento pampero y gruesas gotas cuyo rastro aún puede encontrarse en el otoño porteño. También se puede escuchar el canto de pájaros como el del chorlito chillón o el del jilguero que pululaban por los mataderos. Apartando la maleza pampeana, Hudson nos descubre que tras ella siempre es posible encontrar "nubes de mariposas rojas, negras, amarillas y blancas revoloteando alrededor de florecillas azuladas".
Sin embargo, viajar es también hacerlo a la historia: Allá lejos y tiempo atrás propone un vivificante recorrido por las calles de Buenos Aires, a la que Hudson acudía con sus ojos asombrados de que su fama de ser la "Atenas de Suramérica" no coincidiera con tanto ruido, hedor y muerte, en la época en que Juan Manuel de Rosas gobernaba con puño de hierro desde su palacio del barrio de Palermo, situado a escasas manzanas de la casa porteña de la familia Hudson, y donde actualmente se encuentra el parque y el lago del Rosedal, lugar casi totémico al que acuden en masa los estudiantes a celebrar el día de la primavera y del amor.
Urbanitas del presente
De la tierra al adoquín, del caballo al automóvil, de allá lejos a aquí bien cerca, un sano ejercicio turístico para el visitante supondría rastrear en el barrio de Palermo del presente la herencia de aquellos urbanitas que fascinaron a Hudson. El mendigo, por ejemplo, que, ciego de hambre, golpeaba la puerta de su casa para suplicar comida al amparo de su saludo invocante de María Purísima, transmutado hoy en el cartonero que recorre el rico barrio tirando de un carro improvisado como si no hubiera tenido más remedio que metamorfosearse en sufrida bestia de carga; o el policía, sin ir más lejos, que por línea directa recibió de su homólogo del siglo XIX grosería y malas formas como herramientas para imponer su autoridad.
Pero, sin duda, el ejercicio más lúdico para el viajero irredento consistiría en entrar con el libro de Hudson a cualquier "pulpería", establecimientos que hoy reciben el extraño nombre de "bares" y que se acumulan, uno al lado del otro, uno encima del otro, por la avenida de Santa Fe, arteria principal de Palermo muy cercana al Rosedal, y por las calles de Serrano, Armenia o Thames, que parecen desembocar en la avenida como ríos, y donde preciosas plazas coronan la jactanciosa belleza del barrio.
Una vez en el bar, el "juego" consiste en conversar con los parroquianos allí reunidos para tirarles de la lengua, para sonsacarles sutil y educadamente qué es lo que creen haber heredado de sus parientes lejanos, o no tan lejanos, que desde hace más de cinco siglos han ayudado a construir y a derribar, tal vez a partes iguales, ese hermoso país de realidad bífida que tan maravillosamente dibujó el pincel literario de Guillermo E. Hudson, y que es llamado habitualmente Argentina.
» Pablo Nacach (Buenos Aires, 1969) es autor de Máscaras sociales (Debate, 2008).
Guía
Cómo ir
» Iberia (902 40 05 00; www.iberia.com) vuela directo de Madrid a Buenos Aires. Ida y vuelta, desde 1.075 euros.
» Aerolíneas Argentinas (900 95 57 47; www.aerolineasargentinas.es), desde 898 euros.
» Air Comet (900 99 54 99; www.aircomet.com), por 620.
» Air Europa (902 40 15 01; www.aireuropa.com), desde 868 euros.
Información
» Turismo de Argentina en Madrid (www.turismo.gov.ar; 915 63 56 97).
» Turismo de la ciudad de Buenos Aires (www.bue.gov.ar) y de la provincia (www.probairesturismo.gba.gov.ar).
» Parque y Museo Histórico Guillermo Enrique Hudson.
Calle 1356 (El Zaino) y avenida de Hudson, s/n. (00 542 229 49 73 14; http://museohudson.gov.ar). Abierto de miércoles a domingos, de 10.00 a 18.00.
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