lunes, 14 de julio de 2008

Traducción del artículo: A revival of Argentina's Thoreau-El Renacimiento del Thoreau de Argentina


Traducción realizada por:

Lorenza Colman:
angels4me07#verizon.net






A revival of Argentina's Thoreau
Que habíamos dejado en inglés en nuestro sitio.


Comentarios de Lorenza Colman:

Hoy, 12 de Julio del año 2008, aprovechando el aniversario del nacimiento de Henry David Thoreau, quisiera dedicar este trabajo de traducción –del idioma Inglés al Castellano- del articulo “A revival of Argentina’s Thoreau” - publicado por “The Christian Science Monitor”, y escrita por Richard O’Mara corresponsal de tal entidad-, a todos los amantes y seguidores de nuestro Príncipe de los Pájaros y Los 25 Ombúes, don Guillermo Enrique Hudson.

Este artículo publicado en un inglés que aunque tenga partes graciosas o a veces fragmentadas, atesora riquezas de espíritu y sentimiento, de vocabulario, de gente y cosas en movimiento, pero sobre todo, y como lo canta Diego Torres, de “Color Esperanza”. Esperanza de que algún día –no muy lejano-este lugar se convierta en un lugar de estudio, recreación, aprendizaje y enseñanza no solo para 20.000 personas al año, sino para muchísimas más. Parece ser que el espíritu de Guillermo Enrique Hudson extraña su lugar natal, su tierra, sus pájaros y sus ombúes. Tal vez Richard O’Mara ha sentido el impulso y curiosidad por revivir esa inocencia de Guillermo Enrique Hudson cuando era un niño, y visitó el museo, indagó sobre la biografía y sobre el patrimonio cultural del museo. Gracias a él, yo puedo también darme idea de cómo es la vida hoy en ese parque ecológico, y me hace muy feliz saber que hayan plantado muchos ombúes, para alegrar al espíritu de don Guillermo E. Hudson.

Este lugar estuvo por mucho tiempo como dormido, olvidado y un poco apagado, y al parecer, con la partida de nuestra amada Violeta Shinya, el nuevo director Sr. A. Ravera- puso leñas al fuego de la pasión por lo que representa el nombre Guillermo Enrique Hudson.

Ahora voy a continuar con la traducción del artículo, y después con una breve biografía de H.D. Thoreau, para entender por qué el Sr. O’Mara se refiere a don Guillermo E. Hudson como el Thoreau de la Argentina. Esta invitación a la traducción al Español, salió publicada en el sitio cibernético del Museo y Parque Ecológico Provincial Guillermo Enrique Hudson el día martes 5 de Junio del año 2007, y el cual yo lo descubrí recién 5 de Julio del año 2008. Pareciera que este artículo ha estado esperándome para que lo leyera y lo tradujera al Español, como un premio a mi sed de saber siempre más sobre la vida de William Henry Hudson (Nombre en inglés) , Guillermo Enrique Hudson para los que hablamos Español, sobre todo para los Argentinos.

Quisiera aclarar que me he esmerado en traducir respetando al máximo el mensaje original, pero también adaptando las palabras para darle sentido a dichos mensajes y para que el lector pueda entenderlo en palabras simples.



El artículo, comienza así:

“El Renacimiento del Thoreau de Argentina

El redescubrimiento del trabajo e influencia de Guillermo Enrique Hudson reaviva el fuego del naturalismo romántico.

Por Richard O’Mara Corresponsal de “The Christian Science Monitor” (“El monitor Cristiano de Ciencia”), publicado el 24 de Abril, 2007.

Buenos Aires, Argentina - Si Rubén Ravera sigue su camino marcado , un día su museo será un destino turístico-cultural, como el Café Tortoni, atascado de clientes estos días con americanos, europeos, y japoneses afanosos de estar en un lugar donde el gran Jorge Luis Borges colgaba su sombrero.

La tarea de Ravera es tan dura como rocas. Lo contrario a Borges, cuya fama parece más brillante hoy, que cuando estaba vivo, el nombre Guillermo Enrique Hudson no se reposa sobre los labios del literato, local o extranjero. El vivió mucho tiempo atrás, por lo cual la mayoría de la gente sabe poco de su contribución a la cultura nacional Argentina, aunque sus libros estén disponibles en librerías y bibliotecas a lo largo y a lo ancho de la Tierra.

“El hecho de que él escribió en ingles es un problema”. Dijo Ravera, mientras nos escurríamos del tránsito denso del centro de Buenos Aires, dirigiéndonos hacia el Museo y Parque Ecológico Guillermo Enrique Hudson.” La mayoría de los argentinos piensan que Guillermo Enrique Hudson era un hombre inglés”.

Mientras manejábamos a través de los suburbios vimos, al menos, un recuerdo institucional de la presencia de Hudson aquí desde hace muchos años: una estación de tren lleva su nombre, vimos también un pequeño pueblo al costado de la ruta; hay publicidades de casas en desarrollo, llamado Altos de Hudson y la Avenida Hudson que lidera al parque homónimo. La confusión acerca de la nacionalidad de Hudson es entendible. El mismo se confundía. Nacido argentino, hijo de inmigrantes anglosajones, originarios de Massachusetts, Hudson pensó que fue destinado a ser un hombre ingles. El sería eso, y mucho más. A través de sus escritos y esfuerzos cívicos de crear leyes para proteger pájaros y otros animales, rechazó ferozmente la noción sancionada bíblicamente de que el mundo natural estaba para que el hombre conquistara y dispusiera del mismo a su antojo. Su voz fue una voz que, como la de Henry David Thoreau, fue escuchada. Si él estuviera escribiendo en la actualidad, seguramente encontraría una audiencia en el movimiento verde.

Para Hudson, el mundo natural, el medio ambiente, fue sagrado y no para ser abusado. Aún en trabajos como “Mansiones Verdes”, una fantasía romántica, uno no puede evitar sentir que el principal rol en la novela fue la selva misma. John Galsworthy escribió en 1915: ”Hudson, lo sepa él o no, es ahora el jefe abanderado de otra fe. Todos los libros de Hudson respiran este espíritu de revuelta contra nuestra nueva esclavitud de ciudades y maquinarias”.

En “Tierra Purpura” –(“Purple Land”) Hudson escribió “ Ah, sí todos estamos vanamente en búsqueda de la felicidad, en la manera equivocada… Todavía estamos marchando valientemente, conquistando la naturaleza, pero qué hartos y tristes nos estamos volviendo”. . ( “Ah, yes, we are all vainly seeking after happiness in the wrong way… we are still marching bravely on, conquering Nature, but how weary and sad we are getting”)

Cuando él tenía 32 años, Hudson dejo la Argentina por Inglaterra, para nunca regresar. Le decía a sus hermanos que él quería ir a vivir en la tierra de los padres de su padre, y esto dijo para luego escribir. Entonces, sobre que escribió? Sobre la flora, la fauna y otras maravillas de Argentina. Hudson fue un naturalista; él pasó sus primeras tres décadas de vida explorando las pampas y el desierto patagónico, observando pájaros y animales, árboles y otros elementos del mundo de la naturaleza, y colectando historias de la gente.

Sus observaciones desde “El Naturalista en La Plata” ha estado conmigo por décadas, non-sequiturs para encandilar los ojos de mis amigos: “El puma nunca ataca a un ser humano, ni siquiera en defensa propia. Pájaros en algunas bandadas atienden a sus miembros heridos o exhautos, mientras ganados vacunos que estén enfermos a menudo son atacados por la manada. En la Patagonia, los guanacos tienen un lugar donde van a morir. Nadie sabe por qué.

Uno de sus libros más famosos, recuerdos de su juventud, “Allá Lejos y Hace Tiempo” (“Far Away and Long Ago”) es rico en relatos de gauchos homéricos peleadores y armados con facones, de bandidos, de la lucidez del tatú-mulita (armadillo), de la inteligencia olfatoria de los caballos, y de los comportamientos de arañas y serpientes. El libro revela la preocupación de la vida de Hudson: pájaros por encima de todo, pájaros durante el tiempo cuando ellos no tenían temor a los hombres y al oscurecimiento de los cielos, pájaros en incontables números.

Hudson comenzó sus memorias con una recuperación de su solar natal, la misma edificación a la cual nos dirijíamos: “La casa de los veinticinco ombúes,… de tamaño gigantesco y plantados anchamente separados en fila, hace como unos cuatrocientos años atrás. “ La Casa-Museo encandila con brillo de color blanco lavado a medida que nos acercamos a través del parque arbóreo. Solo quedan dos de los ombúes de 400 años de edad.” “Hudson predijo que desaparecerían” Dijo Ravera, con respecto a las especies -que en realidad el ombú es un arbusto gigante- porque no tiene uso alguno para el hombre”. Pero no van a desaparecer, si los empleados del parque consiguen su meta: en las últimas dos décadas, han plantado 25 ombúes y miles de otros árboles comunes.

Las pertenencias de Hudson son expuestas en la casa de tres habitaciones: su reloj, un boceto del retrato de Hudson por William Rothenstein que se expone en la Galería Nacional de Retratos de Londres (London’s National Portrait Gallery); y toques rústicos que nos reflejan sus actividades de naturalista: huevo de avestruz, una calavera de puma, el esqueleto de un tatú-mulita o tatú carreta (“armadillo”), el nido de arcilla del peculiar pájaro hornero.

Un cuadro de un pájaro, donado por la ciudad japonesa de Yokohama, nos recuerda los lazos de Hudson con Japón, establecido por el casamiento de su sobrina-nieta, Laura Denholm Hudson con Yoshi Shinya, el primer inmigrante japonés que vino a Buenos Aires. Tercer descendiente de este matrimonio, Violeta Shinya, se convirtió en la primera Directora del Museo, en 1964. Los libros de Hudson llegaron a Japón a fines del siglo XIX y fueron incluidos en el currículum cuando el estudio del idioma inglés fue instituido en las escuelas.

“Los japoneses”, -escribió un historiador local- “encontraron en Hudson un defensor de la naturaleza, una actitud parecida al espiritualismo panteísta de Shinto, la veneración tradicional del mundo natural”.

La fundación Suntory para la Conservación de Japón donó dinero para comprar 120 acres para establecer el parque, el cual alberga 144 especies de pájaros, 25 especies de árboles, y animales como el avestruz argentino, y la nutria. Hay caminos a través del parque bajo los surgentes ombúes, el raro palo borracho y el tala (“There are paths through the forest beneath the surging ombus, the weird palo boracho –drunkard tree-, and the hackberry”). Hay médanos esparcidos con pajas largas de las pampas y el Arroyo de las Conchitas, el río y paraje para los pájaros migrantes, donde -Hudson escribió-“se agruparían de a miles” Observadores de pájaros frecuentan el lugar; otros, buscan su tranquilidad.

Mientras caminaba con Ravera, una mariposa azul, grande, llegó de repente a la periferia de mi vista. Luego, como molesta por mi indiferencia, voló directamente frente a mi rostro y se acaparó completamente de mi atención. Seguramente en esos millones de palabras que Guillermo Enrique Hudson escribió, debió haber dicho algo acerca de estas criaturas brillantes que danzan en el aire. Lo encontraría.

Violeta Shinya murió en 1993, dos años antes de que Ravera –mi guía, chofer, y amigo admirador de Hudson- tomara posesión del cargo. Ravera tiene la esperanza de “un despertar de interés” en el público sobre los libros de Hudson: “Sus escritos son relevantes ahora, debido a la preocupación por el medio ambiente”. El espera conectarse con la industria del turismo en Buenos Aires, la cual hoy está colmada de visitantes desde los cinco continentes y del interior de la Argentina. El quiere hacer arreglos de transporte hacia y desde el Museo que dista aproximadamente unas 30 millas Hoy, un taxi lo llevaría hasta allí y traerlo de regreso por unos $ 20. (Nota: Precios del año 2007, en la actualidad es más caro)

Ravera es barbudo, un hombre-oso quien estudió ingeniería antes de dedicarse al museo y cuyas principales cualidades pueden ser la Paciencia, y la Habilidad de Lograr “Hacer con Menos”. Aunque la casa fuera oficialmente declarada monumento histórico por la Provincia de Buenos Aires ya en 1970, y es visitada por 20.000 personas por año, él y su plantel de personal difícilmente se mezclan con el dinero del Gobierno. Siete empleados ganan entre $ 270 y $ 600 por mes, y hay muy poquito restante para el mantenimiento de la casa, plantación y, tres edificios externos incluyendo una biblioteca pequeña llena de libros escritos por Hudson y acerca de Hudson, y también correspondencia entre Hudson y sus hermanos.

Mientras ponía manos sobre este material encontré algo que se refería al dolor, a menudo impuesto por la separación de los seres amados, allá cuando los continentes eran conectados solo a través de barcos de movimiento lento. Fue la dedicatoria de su nuevo libro “Allá Lejos y Hace Tiempo” a su hermana favorita: “A mi querida hermana María Elena, con amor y mis mejores deseos”. “de W. H. Hudson Año Nuevo, 1919”.


Y así termina el artículo, ahora queda reflexionar sobre el mismo.


El Señor O’Mara compara a don Guillermo Enrique Hudson con Thoreau por su nobleza de espíritu, altos ideales, respeto por el medio ambiente y también porque era un reconocido escritor que inspiró a grandes pensadores y lideres como Leo Tolstoy, Mahatma Gandhi, Martin Luther King. Jr.y otros. Su nombre de nacimiento era David Thoreau (Julio 12-1817/Mayo 6-1862). Se hacía llamar Henry David Thoreau nombre que adoptó en honor a un tío, cuando aún era un adolescente. Nació en Concord, en el estado de Massachussets, U. S. A. Coincidentemente, los padres de don Hudson eran provenientes también de ese estado Thoreau tenía interés en Historia Natural, y fue transmisor de notables ideas tales como abolición de esclavitud, ambientalismo, No a la violencia, y amor por una vida simple. .

Pienso que el Señor O’Mara enorgullece a los argentinos al comparar a Don Guillermo Enrique Hudson con Don Henry David Thoreau, y no solamente por ser naturalista y escritor, sino porque Don Guillermo Enrique Hudson ha inspirado y seguirá inspirando a muchos grandes pensadores gracias a sus tan valiosas obras literarias como “Allá Lejos y Hace Tiempo”, “La Tierra Purpura” , “Mansiones Verdes”, “Los 25 Ombúes”, El Niño Diablo”, “Aventuras entre Pájaros” , “Días de Ocio en la Patagonia”, entre otras. Es difícil quedarse solo con un parangón, cuando nos referimos a Guillermo Enrique Hudson. La lista sería muy larga, y diríamos que por la calidad de sus escritos, por su nobleza, romanticismo y poder de inspiración, se nivela con Cervantes Saavedra, Mahatma Ghandi, Julio Cortázar, y Rudyard Kipling. Creo que es en vano compararlo, cada escritor tiene lo suyo, y Don Hudson es “Sui-Generis”

No cabe duda alguna que Don Guillermo Enrique Hudson disfrutó tanto su vida en Argentina su país natal, que no pudo evitar de plasmar sus vivencias a través de sus ricas obras literarias. Parece que ahora con nuestra dura realidad y concientización del recalentamiento global, por fin se aprecie mucho más su mensaje de amor y respeto por los seres vivientes y nos impulse a demostrarlo estando activos y envueltos en mejorar la ECOLOGIA. Brillante ejemplo lo está dando el equipo de A. R. Ravera, haciendo que todos participen de una u otra manera y tratar de hacer de este mundo un lugar más verde, más natural y lleno de árboles, animales y sobre todo de pájaros que con sus colores y canto nos alegran la vida, aún cuando nos despierten por las madrugadas…J

Muchas gracias a todos.

Lorenza Colman
angels4me07#verizon.net





Gracias a Lorenza por la traducción.


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