miércoles, 28 de mayo de 2008

MINITURISMO PARA CHICOS-Artículo de Página 12



La Reserva Natural Hudson :

Luego de visitar el zoológico, aquellos que estén con auto pueden completar la tarde en la Reserva Natural Guillermo Hudson, creada para preservar los últimos relictos de la vegetación autóctona bonaerense. Para llegar se debe cruzar la vía del tren y tomar la avenida Hudson hasta el 5800 y doblar a la derecha. El primer dato a tener en cuenta es que hay que arribar antes de las 16 horas, cuando comienza la última visita guiada. Recorrer el lugar con un guía resulta fundamental para poder distinguir las diferentes especies de árboles y pastizales autóctonos, que a simple vista pueden parecer todos más o menos iguales.

El guía y encargado de la reserva, Carlos Sawicki, nos acompaña por los distintos sectores, empezando por el casco histórico de lo que fue la estanzuela Los 25 Ombúes, de la cual sólo queda un rancho del siglo XVIII, restaurado y declarado monumento histórico en 1929. Allí nació en 1841 Guillermo Enrique Hudson, el naturalista que escribió 24 libros relatando sus recuerdos de la infancia y su juventud en las pampas durante la segunda mitad del siglo XIX. Además de su obra literaria, Hudson es reconocido por libros de ornitología como Aves del Plata y Pájaros de la Ciudad y la Aldea. En el viejo rancho hay un pequeño museo en su honor.

El paso siguiente es recorrer un incipiente Arboretum donde se han plantado diversas especies autóctonas como la taruma, la anacahuita, el sombra de toro (con sus hojas romboidales), el espinillo y el sauco. Luego, un sendero descendiente nos conduce por un barranco para ingresar en el típico pastizal de la estepa oriental pampeana, llena de flechillas, carquejas, plumerillos y retamas. El guía, con vista de lince, descubre algunas de las 147 especies de aves de la reserva y nos va señalando una por una sus características. Hasta que finalmente llegamos al arroyo Las Conchitas, con su correspondiente humedal a cada costado, abarrotado de juncos, totoras y espadañas. En el arroyo, numerosos biguás negros se asolean junto a un puente de madera y en algunos senderos los cuices corretean a 10 metros delante nuestro.

En el extremo opuesto al arroyo hay un ecotono muy particular que alberga un denso bosque xerófilo en galería, con árboles de 16 metros de altura que no dejan pasar la luz solar. Al ingresar, el ambiente se oscurece de repente, y divisamos las especies de árboles predominantes, algunas con el tallo cubierto de plantas trepadoras. Los pilares de este bosque son la acacia, el paraíso, el ligustro y el tala. A un costado se encuentran dos ombúes centenarios y un tala denominado “abuelo”, de 400 años de saludable vida. A la salida nos espera una merecida merienda con el mejor pan casero de la zona –recién salido del horno– resultado del taller de panificación que se ofrece a los chicos en la reserva los domingos por la tarde.

Fuente Página 12 Turismo, 5 de mayo de 2002.


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